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Shivaismo y Fenomenología trascendental

Shivaismo no-dualista y la Fenomenología trascendental

Por Henry Chambron: Preliminares, Spandakârika, Stances sur la Vibration de Vasugupta, traduction Lilian Silburn, Publications de L’Institut de Civilisation Indienne, Paris, 1990   

El pensamiento occidental se encuentra actualmente en un estado de efervescencia crítica generalizado a todos dominios del conocimiento. De allí que las problemáticas propias a diversas disciplinas científicas y a la filosofía, de regionales que ellas eran, y por razón misma de su profundización, hacen entrever la emergencia de una estructura que les es común y cuyo carácter general es poner en tela de juicio el paradigma lógico y ontológico sobre el cual funciona el pensamiento desde los griegos y, correlativamente, la constitución de un nuevo paradigma de alcance universal.

El viejo paradigma, propio de la ideología occidental dominante, es simultáneamente el motivo de su éxito pero también de sus límites. Su punta de lanza es el principio de objetividad, que pretende que lo real (las cosas y La Cosa) sean cognoscibles, es decir, que el conocimiento sea una constatación, verificable por todos, de lo que está allí, constituido, ofrecido a los sentidos o al sentido común, al entendimiento, pero siempre existiendo en si, en la luz del mundo y del ek-stasis (2) donde está sumergido, independientemente de los sujetos, es decir, de la consciencia que los constata.

El principio de objetividad pertenece a la lógica aristotélica de la identidad, del tercero excluido, de la causalidad y de los caracteres epistemológicos de las ciencias en el sentido de Galileo. La fecundidad de esta posición no es demostrable, sino simplemente que nos remitimos a buscar sus límites. Tendiendo hacia el Exterior, la mirada objetiva deja en la sombra la cuestión de su propio origen, sin preguntarse de donde viene la luz.

Esta posición está enraizada en la dualidad Yo/No-Yo, Sujeto/Objeto, que se generaliza en oposiciones clásicas: cuerpo-alma, materia-espíritu, Creador-Criatura, Ser-Apariencia y todas sus variantes. Si esta dualidad es una evidencia para la consciencia natural para la cual lo Real –el Ser- se revela según dos modos de darse, el dualismo es una teorización imperfecta que fija los dos modos en dos esencias ultimas, dos “res” cuya relación siempre es ininteligible.

Esta bipartición modifica totalmente la realidad única desde la Física a la Psicología, incluyendo la Teología. Para satisfacer la exigencia de la unicidad de la Esencia, diversas figuras del monismo han intentado en vano de resolver esta falla y las aporías que ella engendra. Sea materialista o idealista, el monismo siempre está fundado sobre esta dualidad, pero él se esfuerza en resolverla apartando solamente uno de los dos términos de la dualidad sin comprender la génesis de esta aparente bifurcación.

Cuando se busca el origen de los dos modos de darse de lo Real, lo inmanente y lo trascendente, es siempre se invoca el Otro, el Fuera de Sí. El viejo paradigma no puede pensar la subjetividad bajo otra forma que la de una objetividad irreal deportándola en el espacio de la representación, el lugar mismo del pensamiento ligado al Ego constituido, como es el caso ejemplar de Descartes (3).

El monismo es un sub-producto del dualismo, y el dualismo en si está ligado al monismo escondido pero omnipresente de la Ob-jetividad primera.

Estos presupuestos obran siempre en un pensamiento como el de Heidegger, que plantea la cuestión ontológica esencial en términos de diferencia entre el ser y el ente, haciéndose la pregunta: ¿Qué es el ser del ente? Pero su desconocimiento sistemático de la subjetividad le impide responder a esta pregunta. El ser, es decir la esencia del ente, es decir de la manifestación, queda siempre exiliado, fuera del alcance de la conciencia-aquí que, sin embargo, lo sospecha y lo siente aflorar en lo que ella percibe. Esta conciencia ha olvidado, justamente, que ella es en si misma el lugar secreto y la esencia, el poder que ella busca fuera de sí. La diferencia ontológica entre el ser y el ente sigue siendo una fisura infranqueable, una apertura o una “falta” que marca con patetismo la naturaleza humana, su finitud y su estar arrojado allí (5), del cual un cierto psicoanálisis sacara provecho, puesto que en el paradigma de la separación, la falta tiene al ego y el ego tiene a su falta.

La Epojé husserliana y la pratyabhijña

Lo que el Shivaismo ha logrado, Husserl lo inaugura por cuenta del Occidente. Solo la fenomenología transcendental da el principio de una respuesta análoga, por su concepción de la Consciencia y por la Subjetividad absoluta en tanto que poder de constitución. La fenomenología, escribe Fink, busca el “origen no-mundano del mundo en el Absoluto, donde él permanece escondido” (6)

La epojé (7) husserliana es el umbral de la revelación a si mismo del sujeto trascendental, del orden del pramatri (8) ciertamente todavía limitado, y de su distinción con el ego mundano, mientras que el objeto deviene fenómeno, de la misma manera que bimba deviene pratibimba. (9) La epojé es el primer momento de la pratyabhijña, justamente el movimiento de la aletheia (10). Se puede decir que la epojé se sitúa en pramana y el Tantraloka la describe en términos que Husserl habría podido hacer suyos: “La cosa perceptible no es más tomada por lo que ella pueda dar sino percibida en tanto que tal”. Y cuando Husserl declara “Yo, ego mundano, yo soy también Ego trascendental, aunque solo me doy cuenta de ello por medio de la epojé, la reducción fenomenológica” (11), está en la misma posición desde la cual Abhinavagupta enuncia “En todo ser, el Yo supremo vibra constantemente, de lo contrario no serian posibles ni el conocimiento ni la actividad, pero el hombre ordinario no se da cuenta de ello porque esta absorbido por el tercer instante, la objetividad utilitaria”.

Este remarcable isomorfismo (y hay otros) hace destacar mejor lo que le falta a la fenomenología trascendental para igualar al shivaismo no dualista en lo concerniente a un conocimiento absoluto: comprender decididamente la Conciencia, la Subjetividad absoluta que ella ha descubierto, como la Energía desplegándose desde lo Indiferenciado hasta la multiplicidad de la manifestación, donde la división Sujeto-Objeto da a luz la acción y la contemplación, un juego del amor y de la vida. La Consciencia-Energía en acto (cit-shakti/caitanya-citikartritâ) (12) es la sustancia única y absoluta de la obra en el universo y en “nosotros”.

La identidad del Absoluto, la Conciencia y la Energía

De la misma manera que la comprensión de la Consciencia como Energía no hará escapar definitivamente a la fenomenología trascendental del Idealismo (bajo el cual el mismo Husserl creyó que debía enrolar su posición), el monismo reductor no hará superar la dualidad fenomenal.

Para el shivaismo, el Absoluto, la Conciencia y la Energia son idénticos. La no-dualidad de la Esencia y de la manifestación se expresa en la estrofa de Kshemaraja, respondiendo hace un milenario a la búsqueda de Fink: “Como un espejo en el que se refleja una ciudad de la cual no se distingue, la vibrante realidad es un espejismo eterno que, extendiéndose desde la Tierra hasta Shiva, los hace idénticos”. En otros términos, Shiva, la Energia y el hombre ordinario no son distintos.

Así, la no-dualidad husserliana entre el Ego trascendental y el Ego mundano, la génesis trascendental de éste, la identidad Ego-Cuerpo-conocimiento de Michel Henry (13) se inscriben en la misma comprensión.

Es esencial comprender la diferencia existente entre este no-dualismo y el monismo reductor, puesto que la Subjetividad shivaita es el spanda genérico, el sub-jectum, lo sub-yacente universal y común a los dos modos de donación fenomenales y superar así la dualidad monismo/dualismo. La fenomenología trascendental, con su fundamento empírico, su movimiento y sus conceptos, está preparada a asimilar la vivaz y potente gnosis shivaita, para realizar el proyecto de una Ontología universal abandonada por la declinante Filosofía occidental.

Tal Ontología sería capaz de integrar al más alto nivel los aportes de la Física en una visión unificada de lo real, completando así dos procesos gnoseológicos que partieron, desde Descartes, dándose la espalda uno al otro. Pues la Física, ella también, está en la “búsqueda de lo Real”, de la “realidad subyacente” según los términos de Bernard d’Espagnat (14) y se puede ver como la cuestión de la subjetividad atormenta a la Escuela de Copenhague (15) por el bies de la epistemología, como atormenta a la Astrofísica por las cuestiones del “origen del mundo” y del retorno a la idea de un Dios Creador.

La Energía que le falta a la Fenomenología trascendental y la Consciencia que le falta a la Física realizarían entonces su fusión en el plano de una Ontilogia universal, como ellas operan en el individuo en el proceso de la Pratyabhijña, el re-conocimiento de sí. Sobre este camino serian resueltas las cuestiones del Cuerpo y del Inconsciente, porque ellas serian planteadas en un nivel correcto y conveniente, puesto que la Energía está en el corazón mismo de todo conocimiento.

Tanto la Gnosis shivaita que la Fenomenologia trascendental, son la toma de consciencia de la subjetividad absoluta del individuo, su revelación a sí mismo como originario y como realidad ultima. Gnosis y Mística, Mística y Gnosis. Así seria cumplida la prescripción délfica, desconocida por los griegos modernos: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y lo divino”. Tal es la Vía del conocimiento absoluto, el Re-conocimiento de Sí por el Sí del Irreconocible Absoluto.

Henry CHAMBRON Ayguatebia, Octobre 1989

(1) Por Shivaisme de Cachemira o Shivaismo no dualista, nosotros comprendemos los sistemas Kula, Krama, Trika, ciertos Tantra y no los numerosos sistemas dualistas de Cachemira como los Pasupata y otros; tampoco incluimos el Vedanta advaita de Shankaracarya.
(2) ek-stasis palabra de origen griego significando asombro, un estado que provoca una “maravilla” estatica.
(3) Alusión hecha al famoso “pienso, entonces existo” de Descartes, que se interpreta como “pienso, por lo tanto existo”.
(4) Se entiende por Ob-jetividad al carácter de lo que es objetivo en el sentido etimologico que viene del latin objicere (arrojar adelante) es decir, lo que se tiene al frente (Gegenstand, en alemán), haciendo una referencia implícita a la dualidad del acto de conocer algo.
(5) Este es el sentido del famoso Dasein de Heidegger.
(6) Eugen FINK, De la phénoménologie. Ed. de Minuit, 1974
(7) Épojè es una palabra griega (έποχή / epojế) que significa detención, interrupción, cesación, arresto. En la filosofía, significa en principio la suspensión del juicio sobre la realidad. Es el famoso “poner entre paréntesis” de la fenomenología de Husserl.
(8) Pramatri, en el vocabulario de la escuela Spanda, hace referencia al “sujeto consciente cuya vibrante toma de consciencia le rinde cuentas de la aparición del universo”
(9) Bimba deviene Pratibimba = El disco del Sol (o de la Luna) deviene un reflejo en el agua.
(10) Alètheia (άλήθεια/ Aletheia en griego anciano) 1 - “verdad” (en el sentido de revelamiento). La palabra proviene de a- (negación) y lethé (olvido). 2 - “realidad”. Tradicionalmente se considera que para griego anciano verdad y realidad designan la misma cosa
(11) Edmund HUSSERL, Meditaciones Cartesianas, J. Vrin, 1980
(12) caitanya-citikartritâ = la conciencia-el contenido de la conciencia
(13) Michel HENRY, Philosophie et phénoménologie du corps. P.U.F. Epiméthée, 1965.
(14) Bernard d'ESPAGNAT, A la recherche du réel. Gauthier-Villars 1981
(15) La escuela de Copenhague es una corriente de pensamiento que otorga una interpretación coherente a ma mecánica cuántica. Considera que el principio de incertidumbre de Heisenberg proviene de una interacción entre el instrumento de medida y lo que se mide, es decir, que a nivel atómico no se puede despreciar la influencia del instrumento sobre lo que está midiendo.

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