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En el sentido estricto del termino, la escuela Spanda aparece a comienzos del siglo IX. Se apoya esencialmente en los Shiva-sutra, 77 versos sánscritos considerados como revelados por Shiva mismo, y en el Spandakarika. Como todas las otras escuelas de Cachemira,está dominada por el impresionante genio de Abhinavagupta (950-1025 aprox.), autor de comentarios sobre los diversos sistemas shivaitas, de obras originales como el Tantraloka (Luz de los Tantra), una especie de enciclopedia de las doctrinas y de los procedimientos tántricos, y también de trabajos famosos sobre la lengua sanscrita y la estética.
Spanda significa «vibración». Para los seguidores del la escuela Trika, en efecto, la puesta en movimiento de la producción cósmica es un acto vibrante del Ser supremo y de su Energía. Esta ebullición creadora, esta conmoción original, idéntica al aliento de vida (prâna), debe de ser encontrado en el centro único de la consciencia, el «Corazón».
Se preconizan sin duda métodos progresivos, pero lo esencial está definido como un «impulso» o un «salto», una adhesión súbita a lo Real que transciende completamente la división entre conocedor y conocido, y permite al yogui ver el universo entero como su propio «cuerpo» o como la expansión de su propia energía.
Mientras se siga la vía inferior, la del esfuerzo individual orientado hacia un solo objetivo (lo que representa evidentemente un progreso con relación a la actividad dispersa del común de los hombres), él no disfrutará más que de un apaciguamiento o de una iluminación relativa, fugaz, según la mayor o menor intensidad de su atención.
En la vía media, la de la energía, la potencia evocadora de la imaginación, el conocimiento de las impresiones subjetivas, emociones violentas, adoración intensa, amor, cólera, o el dominio de ciertos dinamismos ocultos (por medio de los mantra) le proporcionan una iluminación pasajera, todavía dependiente del mundo fenoménico.
La vía superior o divina, se caracteriza por una ausencia total de apoyo, de esfuerzo, de recurso a cualquier objeto del tipo que sea. Esta vía es inmediata, fulgurante, desprovista de duda y de elección. Su signo es el asombro. Y solo puede entrar ahí el «rey de los yoguin» (yogîndra), cuyo pensamiento no se apega ya más a nada, ni siquiera a una Persona divina. Este estado más allá de todos los estados es llamado igualmente «vacuidad» (sûnyata), no en el sentido de irrealidad o de relatividad universal como en los budistas Mâdhyamika (con los cuales los shivaitas de Cachemira tuvieron durante largo tiempo un contacto afable), sino en el sentido de Consciencia absoluta, vacía de objetos, indiferenciada, energía fundamentalmente libre (svâtantrya-sakti).
Más todavía que esta metafísica, lo que se admira, es la extraordinaria riqueza y audacia de los medios desplegados para llegar a la Liberación. El célebre Vijñana Bhairava describe así 112 «aperturas» (mukta) hacia el estado supremo, pudiendo cada técnica incluir a su vez variantes o aplicaciones matizadas. Muchas de las instrucciones favorecen naturalmente la vacuidad (vacuidad corporal o mental o contemplación de espacios vacíos, de intervalos entre los objetos, entre los alientos, entre los pensamientos, investigación agudizada de los «intersticios») pero otros ponen en juego una intensa energía, una «efervescencia» que apunta a una especie disolución o de volatilización del ego por la perdida de todo soporte o referencia: experiencia de terror o de angustia, agotamiento físico, dolor provocado, sueño lúcido, emociones estéticas, goces sensuales o afectivos, frustraciones intencionadas, juegos de memoria, actos tan triviales como un estornudo, etc. El menor acontecimiento cotidiano, el menor movimiento pasional cogido en el momento, en su «vibración» inicial o bien en su finalización, su reabsorción, puede de esa manera llegar a ser una ocasión de Despertar. «Si se consigue inmobilizar el intelecto cuando se es presa del deseo, de la cólera, de la avidez, de la desorientación, del orgullo o de la envidia, la inmutable Realidad que está detrás de esos estados, la tranquilidad que subyace, subsiste por ella misma»(Vijñana Bhairava, 101-78).
De entre las 112 «aperturas» unas pertenecen a la «vía del individuo» otras a la «vía de la energía» otras a la «vía de Shiva» y otras comenzando la propuesta en un nivel inferior o medio acaban por desembocar en la Vía Suprema del reconocimiento de la Consciencia.
Es por tanto una vía que no solamente acepta la energía sino que la empuja deliberadamente hacia su paroxismo, siendo todo su arte el de interrumpirla en seco en el momento oportuno y de dejarla entonces refluir de golpe hacia su centro, su germen, que se revela como fuente de paz suprema y de alegría infinita.
Fuente: KaliYuga, sitio personal de Javier Rouzaut
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