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Oswald Wirth se inicio en la Francmasoneria en 1884. En 1887 conoce a Stanislas de Guaita del que se convierte en amigo y colaborador. De esta época provienen Los 22 Arcanos del tarot dibujados para uso de los iniciados, obra que pretendía restituir a los arcanos mayores su pureza primitiva y que vio la luz en 1889. Pero la colaboración de Oswald Wirth con Stanislas de Guaita terminó de una manera abrupta con la temprana desaparición de éste último en 1897. Oswald Wirth fue un escritor prolífico en el dominio de la francmasonería donde ocupo varias veces el puesto de venerable maestro en su logia del Gran Oriente de Francia.
Después de la publicación de los 22 arcanos para los iniciados, Oswald Wirth consideraba que este trabajo estaba incompleto. Continuó estudiando el simbolismo de las imágenes de acuerdo con el espíritu medieval y la relación del Tarot con la alquimia, el hermetismo y filosofía cabalística medieval. El resultado de estos estudios fue la publicación en 1937 del Tarot de los Imagineros de la Edad Media, donde los arcanos cambian de diseño y toman colores diferentes. (Pero que no son los colores de la restauración de 1966).
Esta obra es importante puesto que emplaza a la filosofía cabalística medieval como origen del Tarot, (contrariamente a la teoria del origen egipcio de Court de Gebelin) siguiendo la línea teórica de Eliphas Lévy del Dogma y Ritual de la Alta Magia. “Lo primero que llama la atención es el número 22 que es precisamente el numero de letras del alfabeto hebreo. Hasta se podría sugerir que las 22 figuras del Tarot tengan un origen judío. Se sabe, según Eliphas Lévy, que los grandes rabinos en Jerusalén interrogaban el oráculo de l’urim y del thumin con la ayuda de los theraphim, es decir representaciones figurativas o jeroglíficos.” (1) Y después agrega: “La Cábala fue familiar a los autores del Tarot, pero estos artistas filósofos no pudieron ser de raza semita, porque ésta, lejos favorecer una simbología artística, siempre prefirió fundar sus especulaciones abstractas al rigor de las letras, los números y las figuras geométricas. El ingenio ario se complace, por el contrario, en la riqueza de colores y de formas: lo seducen las imágenes y es naturalmente idólatra. Bajo este punto de vista, la Grecia podría haber sido la patria del Tarot si la Italia medieval no ofreciera los títulos incontestables de la invención de las cartas para jugar.”(1)
Como se ha mostrado, las cartas para jugar no son de origen italiano, pero la incorporación de los 22 arcanos mayores a los arcanos menores es renacentista. “Los italianos tuvieron la idea de reunir todas las imágenes de un juego destinado a la diversión y a la vez a la instrucción”. Según Oswald Wirth, a las cartas numerales se le añadieron las figuras provenientes del juego de ajedrez, originario probablemente del lejano oriente e introducido en Europa por los árabes en el siglo X. Los cuatro palos que determinan las cuatro familias de cartas numerales harían una clara referencia a los cuatro elementos alquímicos.
En su estudio sobre los arcanos nos proporciona la interpretación simbólica y adivinatoria de cada una de las láminas y, por último, añade su método de adivinación. En cuanto a las láminas, podemos observar modificaciones en relación con el tarot de Marsella y el de Court de Gebelin; asi por ejemplo, al Colgado, que Court dibujo de pie, Wirth le devuelve su posición invertida colgado del tobillo, y en casi todas las laminas hallamos pequeñas diferencia, ya sea en el dibujo o en el color. Sin embargo, en lo esencial reflejan con fidelidad el sentido esotérico tradicional.
(1)Oswald Wirth, Le Tarot des Imagiers du Moyen Age, pg. 41
Oswald Wirth, Le Tarot des Imagiers du Moyen Age, Claude Tchou, Paris, 1978
Emilio Salas, El gran libro del tarot, Ediciones Robinbook S.L., Barcelona
Estas imágenes corresponden a las ilustraciones de los arcanos hechas por Wirth reproducidas en el libro Le Tarot des Imagiers du Moyen Age, Claude Tchou, Paris, 1978
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