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Estableciendo una relación indisoluble entre Escorpio y el « estadio anal » de la estructura del preconciente establecida por el psicoanálisis freudiano, el gran astrólogo francés André Barbault ha puesto en evidencia la agresividad del signo. El niño de Escorpio, durante el « estadio anal » percibe la excresión como un gesto hostil hacia los padres, y estima esta hostilidad como una manera de afirmar su autonomía ante las normas que se le imponen. También él espera hacer sus necesidades según lo que cree mejor, rechazando las directivas que le impongan como los horarios, la escupidera, etc. Con las sábanas y los calzones sucios comienza, en la temprana edad del « estadio anal » el rechazo de las normas impuestas y a la vez el descubrimiento de los medios de poder que eso implica.
El « estadio anal » es un concepto del psicoanálisis que describe la tercera fase de la evolución afectiva de un bebé humano. Sucediendo al « estadio oral », en el cual el bebé mantiene una dependencia estrecha con su madre, lo que definimos como « estadio anal »comienza hacia los 2 años, con la aparición de las facultades de caminar, de hablar, de pensar, de controlar los esfínteres. Este « estadio » marca el acceso del niño a la autonomía.
Es también para el individuo el descubrimiento del control del placer : el placer de la estimulación anal y uretral por los excrementos y la orina : la región anal, zona de pasage entre el interior del cuerpo y el mundo exterior, se convierte en una zona erógena. El placer de « acabar », de « terminar », de relajarse en un « dejar correr ». Pero recordemos que también es el período de la oposición. En el estadio anal, la eyección de excrementos es asimilada por el niño a una pérdida de una parte del cuerpo y el niño puede sentirse angustiado. La « compensación social » de este estadio « anal » es la autonomía en el espacio.
El placer aquí, como en todo lo demás, que responde al principio fundamental de relajar una tensión, como en el orgasmo. Esta satisfacción, de la que toma conciencia el niño, se opone rápidamente al deseo de los padre de educar para integrar al niño en el mundo adulto.
Es para conservar el amor y la consideración de sus padres que el niño va hacerles el placer de aprender, él también, a retenerse, a contenerse (retenerse no sólo a nivel de las materias feclales y la orina, sino también a nivel de la turbulencia, de la exitación, de descuidado general). El niño va, entre otras cosas, integrar a ese « estadio » todo lo que es « sucio », lo que es « bueno » frente a lo que es « malo », todos estos valores subjetivos legados por los padres y que el niño toma en adelante por cuenta propia.
De este aprentisage el niño va incorporar intuitivamente que lo « sucio », el « placer », lo « malo » y lo « prohibido » estan en general asimilados, mientras que lo « limpio », lo « bueno » y lo permitido corresponden a lo que se espera de él. Es bajo el precio de este sacrificio, de esta alienación, que el niño va acceder al rango de « persona admitida », « aprobada », considerada como « socializada ». Toda infracción a esta regla de la retención provoca el desapruebo, la vergüenza, el rechazo, el desamor de los padres amados y solicitados.
A través de las materias fecales y de la orina se juega entonces todo un sistema relacional donde el niño va probar a los padres su amor y su sumisión o, al contrario, su rebelión y su conflicto con el « otro ». « Amar », significa en este « estadio anal » guardar (retener) y saber dar en el momento justo. La posesividad es uno de los carácteres dominantes del « estadio anal ».
El niño puede satisfacer a su madre dejando salir en el lugar y en el momento propicios donde ella desee. Puede igualmente oponerse a ella reteniendo : es el desarrollo de un sentimiento todopoderoso en el niño. La madre (o la persona que signifique la autoridad afectiva para el niño) es quien imprimirá la noción de « suciedad » y un sentimiento de desagrado, creando en el niño la asimilación de sus rechazos a un placer prohibido e impuro. El niño puede concebir la retención como una oposición a la madre. La expulsión es una forma de expresión de la agresividad.
Esta relación del « niño » al « padre », establecida por medio de la educación de lo « limpio » y de lo « puro » como algo opuesto a lo « sucio » e « impuro », será determinante en todos los razgos del carácter a venir de la persona, dejando en su cuerpo y en su espíritu trazas indelebles. Esta educación a la « limpieza » será también una fuente de satisfacción narcisita, de orgullo, de signo de progreso o bien de vergüenza, de rebeldía o de sumisión (a los padres, a los mayores, a la ley, a la moral y después a la sociedad.
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