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Un tránsito astral es simplemente el pasaje zodiacal de un planeta astral sobre un punto sensible del cielo natal o sobre un aspecto de ese punto sensible. Como se ha visto, el tema astral es una imagen instantánea del cielo inmovilizado y el método de pronósticos por los tránsitos planetarios consiste en seguir los diferentes movimientos planetarios (según las horas, los días, los meses…) con relación a las posiciones fijas del tema astral. Para observar los tránsitos es necesario consultar las efemérides astronómicas de la época para la que se desea hacer un pronóstico.
La interpretación de los tránsitos astrológicos producidos en la evolución de los ciclos planetarios, que procura un pronóstico astrológico del avenir, puede ser considerada como una una especie de “meteorología astrológica”. Por las efemérides, podemos saber qué planeta pasará a qué hora y en qué momento. Cada planeta tiene su propio ritmo y cada ciclo sinódico (la relación tierra / sol / planeta) se ejecuta a ese ritmo.
Llamamos “tránsitos en el tema natal" a la comparación de los tránsitos planetarios actuales (del presente o de otro período definido) con la configuración astral de nacimiento.
Si la carta natal representa las 3 dimensiones del ser (signos del zodiaco, casas astrológicas y planetas, los tránsitos representan la 4ª dimensión, el factor temporal, indican la actualización de las energías ya presentes y especifican cuándo y cómo se activarán.
El tema natal es como una fotografía de la configuración astral en un momento dado. Pero esta “instantánea” estática debe reposicionarse en su contexto dinámico. Para ello es necesario estudiar y comprender no sólo los ciclos que han regido ese momento, sino también el desarrollo posterior de tales ciclos.
El paso de un planeta en el cielo siempre se estudia en relación con los factores angulares con otros planetas. Cuando un planeta transita por un sector nativo, activará por Aspectos este sector y también otros sectores: indicará qué potencialidades requieren atención, qué energías alcanzan la madurez y cómo pueden formar restricciones personales y sociales, ciertos complejos... Todo de acuerdo con el contenido del aspecto y las funciones planetarias representadas.
Los tránsitos (así como las otras técnicas previsionales) recalcan las realizaciones progresivas consecuentes con la naturaleza abstracta de las potencias ya presentes en su tema natal, pero también plantean un cuestionamiento permanente de su estructura fundamental (según el tema natal, pueden seguirlo, sobrepasarlo, ignorarlo, errarlo o evitarlo).
Más precisamente, los tránsitos nos anuncian el impacto que el mundo exterior ejerce sobre nosotros y son, de alguna manera, el índice de nuestra existencia en el mundo social y de la vivencia de nuestra interioridad, tal como lo queríamos o como lo soportamos.
Ellos representan la vida y sus eventos, pueden ser un vector de creatividad y de destrucción. Sus ciclos representan son las sucesiones eternas de comienzos, fines y regeneraciones. Nos indican los obstáculos para superar, nuestros placeres para saborear, todas nuestras experiencias para asimilar, pero que hemos creado realmente kármicamente.
El nativo de un tema natal vive los tránsitos de distintas maneras según factores diferentes que le son propios, como el sexo, sus antecedentes astrológicos, su entorno (social, cultural, religioso), por supuesto su psicología (presente en el tema natal), en especial su nivel de conciencia e integración de la realidad, que no podrían ser determinados por la mera lectura del tema.
Los tránsitos (y las progresiones) pueden indicar tiempos favorables para explorar zonas de su personalidad psicológica, para vivir ciertos tipos de proyección en la realidad concreta y para experimentar con la liberación de energías psíquicas que pueden producir el impulso necesario para esta evolución.
• Bien canalizados, acompañan el cambio, puesto que tomando consciencia de su significado, fortalecen el proceso de individuación personal que conduce a la liberación y favorece la realización individual y espiritual, dando sentido a las cosas. El mundo adquiere coherencia.
• Utilizados incorrectamente o inconscientemente, pueden producir un colapso del ego, la exacerbación de las perturbaciones psicóticas y de ciertas energías reprimidas, la confusión, la depresión.
Pero en sí, el objeto de los tránsitos no es ni claro ni determinado, sino solamente una tendencia. André Barbault, en su libro "Del psicoanálisis a la astrología" evoca el propósito de las cartas astrales como siendo una tendencia cuyo objeto finalmente es una probabilidad.
“Una carta astral es, al fin de cuentas, solo un cliché de posibilidades determinadas: el hombre no agota todas las fórmulas inscritas en su tema (cualquier elección es una amputación...), pero se limita a las posibilidades de sus arreglos personales ¿Por qué el margen de posibilidad es tan grande y tan limitado es el poder de la “elección” astrológica? Eso es porque, con respecto a la tendencia afectiva que seguimos, podemos retener la acción, el verbo y, en consecuencia, la sensibilidad, el sentimiento que emerge de ella, pero el objeto de esta tendencia se nos escapa prácticamente. Muy a menudo podemos asumir este objeto considerándolo como una posibilidad, en el sentido que Lalande concibe este término: “el carácter del evento que es más razonable esperar”. Una configuración venusiana que ocurre en la primera juventud es, en la mayoría de los casos, el florecimiento de una pasión amorosa, y sobre todo cuando la constelación no incluye las disonancias. Pero, si éstas intervienen, la tendencia es susceptible de desplazamiento, de desviación, de represión o de sublimación. (...) Pero sabemos que siempre debemos colocar el pronóstico en el nivel interno, en términos de los sentimientos experimentados (...) Para la astrología, finalmente el objeto solo tiene sentido como un valor simbólico”. (1)
Tomados en su valor simbólico, los tránsitos permiten cuestionar cíclicamente nuestro desarrollo personal y nuestra evolución mental, emocional, espiritual y física. Ellos nos permiten tomar conciencia de esos ritmos cíclicos a los que estamos sometidos, y nos ofrecen la posibilidad de percibir un orden detrás del caos y de la incertidumbre aparente, con la certeza de que cada fase terminará en el tiempo. Incluso si algunos de los ciclos son siempre fuente de sufrimiento, al menos el hombre percibe en ellos un propósito. Es nuestro proceso de crecimiento, nuestro plan de individualización y de integración en el universo. Una especie de brújula que nos señala la dirección correcta. Los tránsitos rápidos son factores detonantes a corto plazo (ver Tránsitos vivos de planetas rápidos) mientras que los tránsitos lentos representan cambios de fondo más intensos (ver Tránsitos vivos de planetas lentos).
Aunque los eventos objetivos no puedan predecirse con precisión, lo que importa en todo caso es su repercusión psíquica y su vivencia interior. Y las condiciones necesarias para el proceso evolutivo del individuo se pueden diagnosticar por adelantado mediante los tránsitos. Más que una descripción de eventos externos, los tránsitos dan el significado subjetivo esencial de una experiencia particular o fase de la vida, así como su duración aproximada. Entonces, sobre esta base significativa, podemos iniciar un enfoque constructivo y coherente para nuestro desarrollo; así es posible aumentar la confianza en nosotros mismos e incrementar nuestro conocimiento interior de la vida, e incluso integrar la muerte como elemento constituyente.
Enlaces relacionados:
Los tránsitos y sus ciclos
Los tránsitos y los horóscopos previsionales
1. Barbault, A. (1961). De la Psychanalyse à L'Astrologie.Paris: Le Seuil. Pag 190: « Une carte du ciel n’est, en fin de compte, qu’un cliché de possibles déterminés : l’homme n’épuise pas toutes les formules inscrites dans son thème (tout choix est amputation…), mais se limite aux possibles de ses dispositions personnelles. Pourquoi la marge des possibles est-elle si grande et, par contre, si limité le pouvoir du « choix » astrologique ? C’est que, au regard de la tendance affective que nous suivons, nous pouvons retenir l’action, le verbe, et par suite la sensibilité, le sentiment qui s’en dégage, mais l’objet de cette tendance nous échappe pratiquement. Nous pouvons le supposer bien souvent cet objet en le considérant comme une possibilité, au sens où Lalande conçoit ce terme : le « caractère de l’événement auquel il est le plus raisonnable de s’attendre » Une configuration vénusienne qui se produit dans la première jeunesse est, dans la majorité des cas, l’éclosion d’une passion amoureuse, et cela d’autant plus que la constellation n’inclut pas de dissonances. Mais, pour peu qu’elles interviennent, la tendance est susceptible de déplacement, de déviation, de refoulement ou de sublimation. (…) Mais nous savons que nous devons toujours placer le pronostic sur le plan intérieur, en terme de sentiments éprouvés (…) Pour l’Astrologie, l’objet n’a finalement de sens qu’en tant que valeur symbolique.»
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